EL DÍA DESPUES
Tras la tempestad, la calma. El día después, con las viejas banderas ya plegadas, la propaganda pisoteada recogida por los servicios de limpieza y el desánimo en los 29.396 representantes sindicales de CCOO y UGT en nuestra Comunidad, no es especialmente alentador.
Una Huelga General inútil que no ha servido más que para certificar el anacronismo de este instrumento de acción sindical del siglo XIX, utilizado por organizaciones que no son ni carne ni pescado intentando suplantar a los partidos políticos y negándose a defender los intereses que le corresponden.
Es hora de hacer recuento. El Art. 13.1 de la Declaración de Derechos Humanos señala textualmente que "toda persona tiene derecho a circular libremente..." El Art. 23.1, a su vez, expresa que "toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo".
Nada dicen los treinta artículos de dicha Declaración, proclamada el 10 de diciembre de 1948, de la huelga.
¿Por qué?.
Porque la huelga no es un derecho humano. Por que se trata tan sólo de un derecho instrumental, de menor rango y valor que el derecho al trabajo y el de libre circulación de las personas, proclamados por la Asamblea General de Naciones Unidas.
Es hora de desacralizar la huelga, instrumento prehistórico de defensa de la clase trabajadora y de acción sindical. Es hora de olvidarnos de las "huelgas generales" absolutamente políticas y que invaden las competencias de los partidos, de los parlamentarios y de la democracia.
Hay que recomponer la función sindical que la Constitución circunscribe "a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que le son propios".
Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Los partidos políticos tienen su función. Los sindicatos otra. Diferente.
Ya está bien de quienes pretenden usurpar funciones que en democracia, no les corresponde. Ya está bien de intentar reinventar el estado nacional sindicalista, felizmente desaparecido. Ya está bien del pansindicalismo invadiéndolo todo.
Es hora de legislar. De dar contenido al Art. 28.2 de la Constitución. Queremos una Ley de huelga que regule su ejercicio y que establezca garantías para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la Comunidad.
Que garanticen el ejercicio de los derechos humanos: el derecho al trabajo y el de libertad de circulación.
Tras el fracaso de esta "huelga general" se ha constatado, aún más si cabe, que el funcionamiento de piquetes coactivos debe ser sancionado con el Código Penal en la mano: el chantaje, el insulto y la violencia no deben tener encaje en el sindicalismo del siglo XXI.
Estamos hartos de Nápoles. De Sicilia. Arquitecto Mora.
Debemos olvidarnos de la Arqueología sindical y mirar al futuro. Es el momento.
Fermín Palacios