CALLEJÓN SIN SALIDA
Tras la poco lucida posición en que quedaron Gobierno y Sindicatos en la frustrada huelga del 29 de septiembre pasado, con los interlocutores empatados a la nada, las organizaciones sindicales se vieron obligadas a un ejercicio de presión de difícil cumplimiento dado el "estado de malestar" existente.
Como aquella pasada huelga pactada, en que -si los datos del CIS pudieran ser creíbles- tan sólo el 14 % de los trabajadores secundaron, trajo como corolario la ruptura de carnets sindicales, el adelgazamiento de la presencia de las organizaciones "de clase" y, sobre todo, la pérdida de confianza tanto en el gobierno como en CCOO y UGT, era preciso recomponer fuerzas y cambiar el futuro.
Presionado Zapatero por los líderes europeos se vio en la tesitura de dar satisfacción a quienes exigían modificaciones sustanciales en el entramado laboral legislativo: flexibilizar el mundo de la empresa, corregir la jubilación y debilitar el despilfarro.
El Estado del bienestar, en entredicho. El horno no estaba para bollos y, por el contrario, los sindicatos apostaban por su supervivencia alentando movilizaciones a favor del estancamiento.
Algún dirigente sindical valenciano (del metal de UGT para ser exactos) abría la caja de los truenos al asegurar que en las elecciones sindicales un 43% de los representantes habían desaparecido por cierre de empresas o reducción de plantillas y, en consecuencia, el número de delegados electos. Abogaba por elecciones provinciales como en los mejores tiempos de la fenecida O.S.E. (antigua CNS).
Y, tras la anunciada huelga del día 26 de enero, el ejercicio de dar marcha atrás pidiendo ayuda al Ejecutivo.
¿Cómo podían empatar ambos en el envite?
Ni la huelga del día 26 era factible ya que los trabajadores manifestaron su repulsa a esa herramienta prehistórica llamada huelga general en el mes de septiembre, ni dar marcha atrás en las reformas del 2010 lo permitía Europa.
¿Se contentarían los sindicatos, en época de vacas flacas, con amorrarse aún más al pesebre de los Presupuestos?.
Sic. O sea. Así.
Fermín Palacios