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Una de las noticias más desconcertantes de la prensa diaria se hizo pública la pasada semana como anticipo de lo que luego se vería en las votaciones para el referéndum catalán del nuevo Estatuto de Autonomía: en Santa Cruz de Tenerife habían sido detenidos sobre una moto (no se mencionaba la marca) dos hombres y una cabra.

El dato, anecdótico, señalaba, eso sí, que la cabra iba protegida por el perceptivo casco que, en caso de impacto, salvaría el cráneo y las circunvalaciones cerebrales del animal. Nada dice de los homínidos.

En Valencia nunca se hubiera producido tal noticia: nuestra hoja de ruta es la Constitución.

El domingo tuvo lugar en el circuito catalán (español, por tanto) de Mont-meló, ante 107.101 espectadores, una caída espectacular en la que se vieron implicados los pilotos Gibernau, Capirossi, Melandri, Randi de Puniet, Hopkins y Pedrosa. A Sete Gibernau lo remataron en la ambulancia que lo llevaba a la clínica “Dexeus” cuando un autobús, al no oir la sirena, se estrelló contra ellos.

El resto de los catalanes se fueron de votaciones y vacaciones casi al 50%.

Parece ser, según los números facilitados arteramente por la Generalitat de Catalunya, que el 49,42% se dieron una vuelta por las curvas con objeto de manifestar su adhesión inquebrantable a los principios del inmovilismo nacional catalán: un 73,90 dijo que sí (o sea un 36,52% de los cinco millones doscientos dos mil doscientos noventa y un electores equivalentes a menos de 1,9 millones de votantes.)

Prietas las filas, PSC y CIU, decidieron celebrar el “éxito” anunciando la proximidad de elecciones anticipadas y de un nuevo bipartito basándose en la amplia “mayoría social” conseguida a la que habría de sumarse el “voto –no voto” abstencionista de Lluis Llach debidamente justificado por la cortedad de miras del Estatut.

Maragall y Más, con la cabra del Estatuto debidamente blindada, deberán ser sancionados en breve. No pueden ir en una moto una cabra y dos bípedos.

Está prohibido por la Ley.

Fermín Palacios Cortés