LIBERTAD SIN IRA
Ha llegado a mi poder la Edición Especial de una “revista satírica anticlerical y festiva” editada exclusivamente con motivo de la llegada a España, a Valencia para ser exactos, de Su Santidad Benedicto XVI.
La revista, cuatro páginas tamaño tabloide, convoca para el viernes 30 de junio a las 20,30 horas en “Ca Revolta” al día del orgullo “laik”.
Los artífices de la “obra de arte” son, sin lugar a dudas, varias personas (¿) absolutamente llenas de resentimientos, complejos de todo tipo, odios procedentes de una adolescencia mal asumida y restada, junto a un serio deterioro mental que les inhabilita para formar parte de una sociedad civilizada.
Para colmo carece de “depósito legal” y el contenido es un puro dislate, además de materia de Código Penal.
Es bastante lamentable que al socaire de reivindicaciones de grupos minoritarios y bajo paraguas multicolores se cobijen, haciéndoles flaco favor, auténticos delincuentes del chiste soez y del insulto gratuito a la libertad de los demás.
Ya es hora de poner las cosas en su sitio. La libertad de expresión es la máxima expresión de libertad, pero con los límites propios que comporta todo derecho: el respeto a los demás.
Yo soy cristiano y respeto a los demás pero exijo, como contrapartida, lo mismo para mis ideas y creencias. Y sería bueno para una convivencia en libertad que quienes forman parte de grupos o colectivos “antipapales” ataran corto a sus “mastines”, perros o perras, tanto da, para que no se deteriore por su culpa.
El bautismo, la comunión, la confirmación y el matrimonio, para nosotros los cristianos son sacramentos que tienen un sentido que no casa evidentemente con los redactores de “El Sol-Ideo” o de “L´Hostiaputa”! a que vengo refiriéndome.
Los movimientos de lesbianas, homófilos y transexuales, harían bien en denunciar –dentro de sus filas- a quienes hacen befa, escarnio y llegan al libelo de estos días que no son suyos y que pertenecen a otros.
Allá cada uno con su apostaría dentro de su libertad. Con sus traumas más o menos justificados y con sus inseguridades. Pero sin ira.
Fermín Palacios Cortés