LO QUE BRILLA EN EL ESPEJO
Tantas han sido las indicaciones en ese sentido que Zapatero, ha decidido instalar en la Moncloa numerosos espejos para poder identificarse con quien aparezca al otro lado y ver crecer su existencia vital.
En otra ocasión pudimos saber que son pocos, además de la especie humana, los animales que se miran en el espejo y se reconocen: elefantes, delfines y algún homínido (no todos) despistado.
El largo y tortuoso camino que conduce a la paz no tiene atajos pese a que alguien intente inventarlos.
El largo y tortuoso camino que conduce a la paz tampoco tiene que cobrarse peaje alguno por recorrerlo. Lamentablemente venimos caminando desde 1958 tropezando cada día en las piedras que han ido colocando nacionalistas vascos, izquierda abertzale, gentes de mal vivir y, últimamente, socialistas irredentos que antaño capitaneaba Odón Elorza.
El largo y tortuoso camino que conduce a la paz tiene una estadía previa: la libertad. Sin ella no se puede ir a ninguna parte, ni siquiera a la nada cotidiana en la que hoy transita Zapatero y sus interlocutores: los terroristas de reconocido prestigio.
Zapatero, en la Moncloa, ha mirado al espejo y ha visto a Otegui con corbata. El mismo corte de pelo, la misma mirada, el mismo porte.
El espejo de la Moncloa ha reflejado a Zapatero su imagen pálida y aterradora: el otro lado lo ocupa Otegui.
Joan Ignaci Plá cada día se parece más a Zapatero.
Fermín Palacios Cortés