AUTOBUS 61. VALENCIA
San Rafael y San Cristóbal cumplieron su cometido con creces, tal como impetró Bea al comienzo del viaje. El autobús, perfectamente dirigido por Pilar, de Agricultura, llevaba en sus entrañas más de cincuenta ciudadanos de buena voluntad: Los que eran del PP y los que estábamos con el PP para dar soporte a una convocatoria por la dignidad.
Fernando, de Cafés Bahía; los de Albalat dels Sorells; Joaquín Martínez, Director General de Servicios Sociales; familiares, amigos, gentes de diversa condición social, con una etiqueta identificativa: el sentido común. El menos común de los sentidos en el Gobierno que hoy (esperemos que mañana no) dirige España hacia el abismo.
Algunos comimos en el Restaurante El Padel, cerca de Cibeles, regentada por el ilicitano Payá, cuyo padre dio días de gloria al fútbol alicantino.
Y me encontré, allí, con Francisco Ros y su hijo, de Vinalesa. Su padre fue asesinado en el 36 por milicianos del Frente Popular por el hecho de ser sindicalista católico. Y en su honor y recuerdo se erigió la Casa Social del Sindicato Independiente de Valencia el 26 de febrero de 2004 recordando que Arturo va camino de los altares.
Logré acercarme a la base de la Bandera, en Colón, y asistí al ejercicio de serenidad y firmeza de Rajoy desde lugar preferente.
A las dos y media de la mañana el autobús 61, de Valencia, nos dejó en el Palacio de la Exposición con el deber cumplido.
Fermín Palacios Cortés