LAS COSAS POR SU NOMBRE
Entre la clase política –aunque cada vez menos- hay un cierto pudor en no ofender al contrario y utilizar paráfrasis y rodeos que enmascaren la realidad. Para los que no nos dedicamos a la política, pero nos preocupa profundamente la “res pública”, nos gustaría que se utilizara un léxico legible y que todos entendieran.
Es decir, que se utilizara una terminología lo más alejada de “la parla imprecisa del soberanismo”, que se olvidara la palabra de vasco, que como todos sabemos es decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar.
Es justo lo contrario de lo que hace el Gobierno de España, el gobierno de Z-eta-Pé, que desde un mes antes de tomar ilegalmente el Palacio de Invierno (La Moncloa), se dedicó a mentir de manera incontinente.
Las próximas elecciones enfrentan dos maneras de hacer política: la de los que dan alas al terrorismo, negociando veinticinco veces, veinticinco, con “eta”, dejando libre a Otegui y curando las almorranas de De Juana con tibios paseos al atardecer. (Antes de que el gallo cante me negarás veinticinco veces) y la de quienes defendemos la ley, la integridad de España y el respeto a las victimas del terrorismo.
En la Comunidad, además, los que dan soporte al terror nos quitan el trasvase del Ebro, se oponen al Circuito Urbano, nos imponen las desaladoras, apuestan por el sometimiento a Cataluña y la desestructuración del territorio dilatando las infraestructuras “ad kalendas graecas”.
Las cosas por su nombre: votad Comunidad Valenciana y no delincuencia.
Fermín Palacios