LA MUERTE TENIA UN PRECIO
Repetición. Primero los tres asesinados por ETA (dos en Barajas, uno en las Vascongadas); segundo: seis en el Líbano a manos del terrorismo islamista. Los nueve productos del eufemístico “proceso de paz” que en la mayoría de los casos se salda con la repatriación de los cadáveres. Y como son hispanos, los más, aquí paz y allá gloría.
“Cuando la pena nos alcanza,
por un hermano perdido.
Cuando el adiós dolorido,
busca en la fe la esperanza.
En tu palabra confiamos
con la certeza que Tú:
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz”.
Es lo poco que nos queda, Emoción ante nuestros caídos y cadáveres exquisitos que aún no pueden recibir la tierra eterna de la incineración para averiguar los explosivos del “accidente” (según Zapatero, en terminología aplicada a las víctimas del terror).
¡Igual, igual, que los 192 asesinados en marzo de 2003 cuyos cuerpos fueron hechos desaparecer con todas las pruebas existentes en los trenes de Atocha!.
La “baliza” que hubiera evitado la matanza del Líbano cuesta –según datos oficiosos- entre 20.000 y 35.000 euros. Los inhibidores de frecuencia que hubieran impedido la explosión están a disposición –en el mercado- con plazos de entrega brevísimos.
El problema es la desidia, el desconocimiento y los compromisos del Gobierno con sus socios para no invertir en las Fuerzas Armadas ni un duro más allá de los chubasqueros del Ministro cuando va de visita oficial a hacerse fotos en el no campos de batalla.
Los partidos de la izquierda que hurtan mejoras técnicas al Ejército son los responsables de otros seis asesinatos más de “los nuestros”, los que nos defienden, los que arriesgan su vida, los que nos quieren.
Alonso es tan mal Ministro como Zapatero Jefe de Gobierno. Ambos están de sobra en una España solidaria, libre y, en consecuencia, democrática.
No estamos hablando de accidentes –Gloria-, estamos hablando de indefensión de nuestros soldados (aunque a los hispanos los consideréis ajenos), de cicatería en los Presupuestos para gastos militares y desarticulación del terror.
“Quousque tandem abutere patientia nostra”?
Es hora de rendir cuentas. Ya sabemos que la muerte tenía un precio: como máximo treinta y cinco mil euros.
Fermín Palacios