A CONTRACORRIENTE
Posiblemente la forma más clara de ser políticamente incorrecto es definirse –en los tiempos que corren- como pro americano, pro judío, a favor de la energía nuclear y reivindicador, por tanto, de la democracia, o sea, de la libertad.
Con
Rodríguez Zapatero todo se ha vuelto del revés. La política exterior cuyo
reflejo era USA ha girado hacia el sur emparentándonos con las republicas
bananeras de Cuba, Venezuela o Bolivia.
Si Europa nos reclamaba para ocupar un hueco importante en su estructura, Zapatero ha virado al océano cenagoso de la Alianza de Civilizaciones y al lugar secundario en el Islam, que tantos días de gloria nos ha ofrecido con la entrega de los seis últimos cadáveres del Líbano en clara “misión de paz”.
Los
otros tres asesinatos cometidos por ETA, con la colaboración impagable de un
gobierno entrenado en silbar para otro lado, “en ausencia de violencia”, añaden
aún más lubidrio a una ejecutoria política irrepetible por irresponsable.
No
aciertan cuando actúan. Pero tampoco cuando rectifican. Porque no lo hacen a
tiempo ni con la cabeza gacha. Examen de conciencia; dolor de corazón;
propósito de la enmienda; confesión de boca y satisfacción de obra.
Nada
de eso se ve en un Gobierno a la deriva que, por no querer salvarse, ha puesto
todos los obstáculos posibles incluso a la Copa del América.
Tocado.
Tocado y hundido.
¿Aguantará
hasta marzo?
Fermín Palacios