CAÑAS Y BARRO
Con una periodicidad exacta la “gota fría” nos visita todos los años. A veces las nubes lloran con exceso y cada veinticinco años renuevan alianzas indebidas: 1957, 1982, 2007,… y las que vendrán.
Tres hitos para el recuerdo que recogen catástrofes, siempre imprevistas, por más que se pongan – a posteriori- medios extraordinarios para su “post-vención” inútil. Como siempre.
Con periodicidad exacta alejamos responsabilidades hacia el larguero del contrario en un intento de marcar goles, por la escuadra, inútilmente.
Y la gota fría se cobra, siempre, su tributo en vidas y haciendas, irreparables aquellas, con solución a largo plazo las últimas.
Así ha sido en el pasado y así seguirá siendo en el futuro.
La última riada ha castigado más la provincia de Alicante pero, aún así, las víctimas han sido también valencianas.
Nuestro reciente y Eminente Cardenal advierte de la riada laicista que desde el 14 de marzo de 2004 nos embarga impulsada por la última letra de nuestro abecedario que alternativamente es Zeta y es Zeda. Genuflexa con ETA.
Las cañas se han trocado, no en lanzas, que también, sino en barro que penetra todo, entorpece todo y arrasa todo.
Los “eco-logistas” (los que utilizan la lógica de oídas) se niegan a limpiar cauces, desbrozar riberas y eliminar rastrojos y maleza. Preservan la naturaleza y olvidan al hombre que está en su vértice. La riada, en esta ocasión, se ha llevado por delante, también, a Joan Ignasi Plá que pasaba por allí, en rambla ajena, sin tener en cuenta la globalización española.
Fermín Palacios