A LA ATENCIóN DEL JUEZ DE PRADA
El magistrado de la Audiencia Nacional José Ricardo de Prada es un sujeto especial: interpreta el derecho y su aplicación como le da la gana. Su frase entrecomillada "las penas a ETA son desproporcionadas" ha conmocionado a la opinión pública,
Ha conmocionado, sobre todo, a las víctimas del terrorismo etarra, sujetos directos de la barbarie de la banda armada.
El Sr. De Prada es uno de los 10.000 aforados que pululan por España. Privilegiado. No ha sido víctima del terrorismo, que se sepa.
Tiene un buen sueldo. No obstante, como son muchos los gastos, dada la posición que ostenta en la sociedad, por su cargo, lo completa dando cursos -está pluriempleado, como es de ver- en la Universidad Complutense de "El Escorial".
Los cursos de verano, para él y otros como él, son un buen púlpito para exponer sus ideas ante un público joven y entregado.
Los honorarios que cobra son directamente proporcionales al prestigio de la Universidad a las personas que colaboran y al sitio donde se imparten las doctas lecciones.
Aunque sea aforado me parece absolutamente desaforado su discurso. Desaforado y fuera de lugar.
Y un insulto para quienes han tenido que ver la pérdida de seres queridos o, no se sabe que puede ser peor, las invalideces y lesiones de sus allegados.
El magistrado José Ricardo de Prada tiene la lengua ligera y el corazón de piedra. La neurona que navega en la liquidez de su cerebro carece de estabilidad emocional.
Ha sido práctica política inveterada "el entrismo", la ocupación de las instituciones para, desde dentro, intentar cambiar el orden establecido, la correlación de fuerzas y dar un vuelco a las mismas.
De Prada debería reflexionar: renunciar a su aforamiento, entender que el salario mínimo interprofesional es de 645,30€, que a los asesinados es imposible reinsertarlos y que la reconciliación no es un deber jurídico sino moral, pero que él no es un cura.
De Prada debería entender que debe pedir perdón a las víctimas de ETA, rezar en todos los camposantos donde 900 asesinados no tienen quienes les escriba y que, caso contrario, entienda que algunas personas supondremos que utiliza "el entrismo" para destrozar la judicatura y la justicia (lo que es más grave).
Me gustaría, dicho sea en términos de estricta defensa y sin ánimo de ofender, que personas como el Sr. De Prada abandonaran la judicatura y, en todo caso, que las conferencias impartidas no supusieran un costo a los ciudadanos.
José Ricardo de Prada Solaesa, nacido en Madrid en 1957, es miembro de la Asociación "Jueces para la democracia" y condenó a 640 años de prisión al criminal argentino Adolfo Scilingo. A los asesinos de ETA los dejaría en libertad. O, en todo caso, los condenaría a poco.
Fermín Palacios Cortés