UN PRIMERO DE MAYO EN RETROCESO
Por primera vez en casi treinta años las banderas del Primero de Mayo se baten en retirada acompañando el signo de los tiempos. El gobierno de los socialistas, okupas de la Moncloa han conseguido que los trabajadores lleguemos de “la nada a la más absoluta miseria y que hagamos del arte de sobrevivir una moral que finaliza en sí misma”.
Cuatro años dilapidando la herencia recibida y gastando el importante superávit creado por gobiernos anteriores.
Cuatro años mirando hacia otro lado en lugar de reconocer que se nos venía encima una crisis importante que ni el eufemismo de “la recesión” o “desaceleración” podían enmascarar.
Una tasa de paro que alcanza el 9’6% según la última E.P.A; un crecimiento que cae del 3’8 de 2007 a un 2’3 en 2008 (con previsiones optimistas); una recesión importantísima en el consumo privado de las familias que ven empobrecida día a día su hogar; subidas de las hipotecas; caída de ahorro; imposibilidad de acceder a la vivienda; incremento del precio de los carburantes (gasolinas y gasóleos); desaparición de empresas; juzgados de lo mercantil abarrotados de concursos de acreedores y de liquidaciones; Expedientes de Regulación de Empleo y extrabajadores cobrando la prestación de desempleo o el subsidio como último remedio a su desespero.
Cuatro años de gobierno Zapatero que se saldan con el Real Decreto-Ley de 21 de abril de 2008 (“De medidas de impulso a la actividad económica”) auténtico insulto a la inteligencia de todos los españoles mientras crece el número de sueldos al servicio del poder, politización de las direcciones generales, personal de confianza y despilfarro cuando no corrupción.
Y la culpa, de los demás: de los americanos que se encuentran -dice Zapatero- en plena desaceleración; de los árabes que nos ponen crudo el crudo. Todo son perturbaciones y turbulencias exógenas que nada tienen que ver –dice- con la política económica de un gobierno que ni sabe, ni está, ni se le espera.
Y los inmigrantes, sin trabajo, camino de su regreso a los orígenes con una maleta vacía de ilusiones y esperanzas; y con los ciudadanos al borde del colapso y en el límite de la pobreza.
Y el INEM, como hace décadas, con largas filas de extrabajadores ocupando “las últimas esperas, esperanzas ya frustradas, precursoras del olvido”.
Un Primero de Mayo poco festivo y jubiloso a la búsqueda del cambio. Donde haya menos “ocurrencias” y más gobierno.
Fermín Palacios