A LAS DURAS Y A LAS MADURAS
La Ley de Prevención de Riesgos Laborales apareció el 8 de noviembre de 1995 con la vitola de ser la más novedosa y avanzada en toda la Comunidad Europea.
Bajo su sombra se multiplicaron Reales-Decretos y Órdenes de desarrollo cuyo cometido radicaba en dar cobertura a la prevención de los accidentes laborales en todo el territorio español.
Cada Comunidad aplicó ingentes cantidades de dinero para crear Fundaciones, institutos, dar miles de cursos de formación, realizar jornadas de concienciación a los delegados de prevención e incluso multiplicar las actuaciones y visitas de la Inspección de Trabajo a través de sus titulares y los llamados subinspectores.
Todo estuvo bien.
Sin embargo el problema radica en que -medidas preventivas aparte– los accidentes se siguen produciendo y muchos (muchos más de los necesarios) con resultado de muerte.
Tan lejos como el lunes cuatro trabajadores de la construcción han perdido la vida en la obra del nuevo campo de fútbol del Mestalla.
Resulta extremadamente preocupante que los sindicatos mayoritarios, que participan en las Fundaciones Laborales, que se lucran con millones de euros del erario público, que deberían realizar con ellos miles de cursos de prevención y que tienen como seudofuncionarios una legión de “veedores” en obras y tajos, cuando llegan las “duras” (las “maduras” son el cobro de subvenciones) se desentienden de sus responsabilidades, tiran balones fuera y arrojan los improperios a la casualidad, a errores inevitables o a la mala formación de los gruistas, trabajadores inmigrantes, a los empresarios y a la Administración.
Nunca responden ellos de nada. La culpa, los demás.
Fermín Palacios