VIVA LA VIDA
El pasado fin de semana, en Viveros, tuvo lugar la Fiesta de la Primavera. La felicidad se enseñoreó de los jardines valencianos abarrotados de niños y sus correspondientes familias.
Muchos eran disminuidos psíquicos, discapacitados con “síndrome de Down”, que paseaban sus múltiples capacidades entre juegos, risas y, sobre todo, amor en un entorno absolutamente entrañable.
El periódico “El País” en un artículo del pasado lunes día 19 firmado por Maruja Ruiz del Árbol, daba cuenta de un dato estremecedor: en la sociedad española uno de cada 1.100 nacidos padece la trisomía 21 (un cromosoma más de lo habitual) que, en lenguaje vulgar, se conoce como “síndrome de Down”.
En todo el mundo la proporción es diferente: uno de cada 750 nacidos lo tiene.
¿A qué se debe que sea un 30% menor el número de afectados en España?.
La Ley del Aborto, a partir de 1985, está haciendo estragos en los nacimientos; la insensibilidad social y, sobre todo, el desprecio a la vida ajena y a la del “nasciturus” se suma a la desaparición de nuestros semejantes, portadores de un cromosoma más.
La Ley del aborto, las conveniencias sociales y la anestesia moral han hecho de España un erial para el afecto, la abnegación, el sacrificio y la dedicación. Los valores en tela de juicio.
¡Triste balance decir que nuestros niños con síndrome de Down han desaparecido en un 30 % en relación a las estadísticas mundiales!.
Licurgo, legislador de la antigua Esparta (Lacedemonia) tenía a su disposición el monte Taigeto para despeñar a malformados, ancianos, impedidos e inútiles en general, en una sociedad militarizada y organizada para la guerra.
El III Reich reeditó aquellas teorías enterradas por el Derecho Romano y el derecho a la vida incluso de los “nascituri”.
El Pastor protestante Martin Niemöller, nazi hasta los tuétanos, reaccionó en 1933 contra la política de Hitler antisemita y nacionalsocialista.
En 1945 se hizo célebre con una poesía que más de uno equivocadamente, atribuyó a Bertold Brech: “Cuando los nazis vinieron a por los comunistas”.
Termina de una manera dramática: “Cuando (los nazis) vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.
Por eso, para evitar que el proceso racista de depuración continúe, es necesario que reivindiquemos que no se reduzca el porcentaje de niños con síndrome de Down; por el contrario, que se intensifiquen para ellos las medidas sanitarias, calidad de vida e integración social.
Que la Fiesta de la Primavera no termine por falta de sujetos activos.
Fermín Palacios