CICLISMO Y DERECHO
Que la vuelta ciclista a Francia, “El Tour”, haya caído por tercera vez de este lado de los Pirineos ya no es novedad. Que Pereiro, Contador y, por último, Sastre hayan alcanzado el Olimpo de la fama no puede ser una vulgar casualidad.
Por el camino han quedado monstruos de la carretera cuyas dotes, luego se ha confirmado, eran producto del engaño, de la droga, de las substancias no permitidas.
Desde hace unos años un velo de tristeza, de desconfianza y de mentira se había cernido sobre el épico deporte de las dos ruedas que tantos días de gloria nos deparó a los españoles y, en la alta montaña, particularmente, a nosotros los valencianos.
Deporte desgarrado, sufrido, de entrega completa. El padre de Carlos Sastre, con visión de futuro, montó una escuela de esperanza para los chavales de su tierra y, a medio plazo, dio su fruto.
La legalidad es fundamental. En todos los órdenes de la vida. Por eso el control, que periódicamente se hace en esta profesión, deporte y espectáculo.
Así también debería hacerse en la judicatura. Dos recientes decisiones de jueces ponen en tela de juicio el juicio de los mismos.
Me refiero, por un lado, a la jueza de Guecho que sobreseyó el pasado once de junio (juzgado nº 3) la falsedad de la titulación de De Juana Chaos certificada por su hermana y la decisión del juez de la Audiencia Nacional, el ínclito Santiago Pedraz, terror de las victimas del terrorismo, que de nuevo deja libre (eso sí, con fianza de 30.000 € pagaderos por los amenazados económicamente) de dejar en la calle a Inocencia (nombre antitético) Galparsoro, etarra de “reconocido prestigio”.
Necesitamos control antidoping en las instancias judiciales. Ya.
Fermín Palacios