UN MILLÓN DE MUERTOS
La burla sufrida la pasada semana con la organización “Women on Waves” (Mujeres sobre las olas), notificando primero que el barco “Aurora” realizaría no menos de tres abortos en aguas internacionales (aunque después fuera el “Menina”, en un claro intento de confundir) mediante el sistema farmacológico de administrar una dosis de Mifepristone y con posterioridad -ya en tierra firme- otra entre las seis y las cuarenta y ocho horas que provocaría el sangrado y posterior expulsión del feto, no ha caído en saco roto.
Ni la Declaración de Derechos Humanos (1948) ni la Constitución fijan el aborto como un derecho. El Código Penal vigente, por el contrario, lo tipifica como delito con tres salvedades recogidas en la Ley Orgáncia 9/1985, de 5 de julio.
Vulnerando la misma se han perpetrado más de un millón de abortos, desde esa fecha, todos ellos ilegales y, sobre todo, inhumanos.
Las feministas de pacotilla alegan un supuesto segundo derecho a la utilización del propio cuerpo (tampoco recogido en nuestra Carta Magna) olvidando que el feto y en su fase inicial, el embrión, tiene identidad propia y diferenciada del seno materno.
Hasta las legislaciones más antiguas, pero basadas en el derecho natural, reconocían derechos al no nacido, al “nasciturus”, como ser débil y a proteger.
Pero vienen luego los “progres” de salón a imponer lo contrario vulnerando sus propias leyes con el auxilio de la inacción del Delegado del Gobierno que sabe de la comisión de un delito en tierra, secuaz genuflexo de quien le ha nombrado.
Sí a la vida dice el S.I. No a la muerte ni a la destrucción masiva de seres humanos. Que desaparezca el Taigeto. ¿Será competente Garzón en este genocidio?.
Fermín Palacios