“SUUM CUIQUE TRIBUERE”
También para la vida laboral y el mundo del sindicalismo. Son necesarios unos principios básicos de convivencia y comportamiento. La buena fe es un requisito imprescindible que cada día brilla más, justo, por su ausencia.
“Honeste vivere; nemine laedere; suum cuique tribuere”. Los romanos ya concentraron en su espíritu jurídico, en sus principios generales, este resumen del bien ser.
Algo que hoy no está tan claro.
1.- Los sindicatos mayoritarios van –como el aire- ocupando todos los espacios vacíos. Desarrollan funciones que no les corresponden. Suplantan a los partidos políticos, a las asociaciones de vecinos, a las ONG,s, incluso a instituciones públicas del propio estado. ¡PAVACE al canto!.
Fermín Sanz Orrio, Ministro de Trabajo de los años cincuenta y Delegado Nacional de Sindicatos, a cuyas órdenes y con responsabilidades especiales estuvo el padre de la hoy vicepresidenta de gobierno María Teresa Fernández de la Vega, publicó en la editorial S.I.P.S, en 1944, el libro “Los Sindicatos Españoles”, subtitulado “Una creación para el mundo”, donde el nacionalsindicalismo era diseccionado en 291 páginas, de manera pormenorizada. La unidad, totalidad y jerarquía florecían en la exposición.
Los sindicatos mayoritarios se parecen más, cada día, a ese modelo. Tan sólo falta que en próximas elecciones legislativas se deje un tercio de las Cámaras para que sea ocupada por ellos.
2.- Los ERE,s vienen regulados en dos grandes leyes. El Estatuto de los Trabajadores, Art. 51, para el supuesto de empresas que no se encuentran en concurso de acreedores. El desarrollo de la normativa se estructura en torno al Real Decreto 43/96, de 19 de enero (“Reglamento de los procedimientos de regulación de empleo y de actuación administrativa en materia de traslados colectivos”).
Por lo que respecta a empresas concursadas es de aplicación –sobre todo- el Art. 64 de la Ley 22/03 de 9 de julio. La Ley Consursal.
Y como normativa supletoria sigue siendo la laboral.
3.- Cualquier conocedor del derecho, y un responsable sindical debe saberlo, distingue perfectamente donde radica la responsabilidad en los ERE,s y los sitúa –no puede ser de otra manera- en quienes los promueven, los que los negocian y quienes los resuelven.
Veamos.
Los empresarios son de manera habitual quienes los presentan –ante la Autoridad Laboral, ámbito provincial, de Comunidad Autónoma o del gobierno de España- si bien los administradores concursales, los deudores o los propios trabajadores también pueden solicitar la medida ante el Juez de Concurso e incluso los propios trabajadores –en ausencia de acción empresarial- pueden hacerlo sin que la empresa esté concursada.
Los trabajadores –de acuerdo con nuestra legislación especifica- actúan a través de sus representantes (delegados de personal, miembros de Comités de Empresa o delegados sindicales). El Real Decreto 43/96 habilita una fórmula especial de representación cuando no exista la legal.
La mayoría de la representación suele estar sindicalizada y las organizaciones prestan sus servicios (normalmente “asesores”, casi nunca abogados, y algún economista) al objeto de negociar en el período de consultas (entre 15 días y al menos un mes, según tamaño de la empresa o máximo un mes en caso de concurso de acreedores).
4.- La negociación de los ERE, s puede ser muy compleja o muy sencilla. Depende de la acumulación de faena y disponibilidad de medios sindicales. Los “asesores” dan de sí lo que pueden y los tres economistas sindicales de la Comunidad acuden a los asuntos más relevantes endureciendo las condiciones.
Si hay de por medio prejubilaciones el asunto se resuelve rápidamente ya que los pingües beneficios que obtienen los sindicatos mayoritarios (subvenciones del Gobierno de España para Convenios de Mejora de la Seguridad Social, subvenciones para prejubilaciones de la Comunidad Autónoma y “dádivas” de las empresas intermediadoras) aconsejan cerrar rápidos los acuerdos.
En época de crisis –como ahora- los sindicatos tienen serias dificultades para acudir a todos los frentes y se abre la mano en la presión, lo que ha motivado múltiples protestas de los afiliados. Incluso se conoce el supuesto de que los Comités de Empresa (integrado por candidatos sindicales electos) se han encontrado huérfanos de asistencia con excesiva frecuencia.
5.- La conclusión del ERE finaliza, o bien con Resolución de la Dirección General de Trabajo del Ministerio; de la Dirección General correspondiente en el caso de la Comunidad Autónoma; de la Dirección Territorial , o con Auto del Juez del Concurso (situación cada día más habitual). En este último caso el informe de la Autoridad Laboral no es determinante (ejemplos, varios).
Si hay acuerdo entre las partes, lo acordado suele ir a misa. Los Juzgados de lo Mercantil pueden ser ateos o, al menos, laicos y no dan más que el mínimo legal de veinte días por año y tope de una anualidad.
6.- Con este panorama parece, al menos, faltar a la verdad y ser poco rigurosos los lideres sindicales que quieren montar movilizaciones para el próximo 31 de enero contra el Consell y la Patronal para que “se impliquen más en la defensa de los puestos de trabajo y evitar la proliferación de ERE, s”.
Si la coherencia triunfa veremos manifestaciones, el próximo día 31 de enero, ante el Consell, pero también ante la Delegación de Gobierno, la CIERVAL, los Juzgados de lo Mercantil y, sobre todo, ante los dos sindicatos mayoritarios CS de CCOO PV y UGT PV.
Esperamos que la plaza de Nápoles y Sicilia y la calle Arquitecto Mora sean un hervidero.
7.- De paso, dos ejemplos: los trabajadores de las empresas Manterol y Marina D’OR se ha revuelto contra sus sindicatos aprobando ERE, s que han criticado las direcciones sindicales. Eso sí, sin expulsar a sus representantes.
Los datos de los ERE,s aprobados con acuerdo sindical, están a disposición de todos los ciudadanos en las oficinas de las diversas Autoridades laborales y mercantiles. Ya, incluso, han sido publicadas por diversos medios. Un 85 % de los ERE,s de la Comunidad Valenciana han recibido el Acuerdo previo de los Sindicatos presentes en los Comités de Empresa.
Que cada palo aguante su vela. Lo decíamos al principio.
Fermín Palacios