CON DESTINO A LA GLORIA
El Real Decreto 2030/2009, de 30 de diciembre fija el nuevo Salario Mínimo Interprofesional para el año 2010. Tras una introducción donde se pretende justificar lo injustificable y loar lo que desde 2004 viene haciendo el PSOE a través de sus sucesivos gobiernos, nos damos de bruces con la triste realidad: el incremento para 2010 en de un magro 1'5%.
Jamás, en la historia del movimiento obrero y la economía española, se rieron tanto de quienes están huérfanos de convenio colectivo y trabajan al latido del S.M.I.
Desconocemos si la previa deliberación del Consejo de Ministros ha sido larga. Lo que es evidente es que ha carecido de sensibilidad social y de tomar como objetivo prioritario a las situaciones más desfavorecidas.
Ya sabemos que de los 624 euros al mes los asalariados que se encuentran en el inframundo de la economía alcanzarán este año 2010, los 633,30 euros, es decir, menos de diez euros adicionales repartidos a lo largo de 30 días. En cada uno de ellos dispondrán de 31 céntimos de euro adicionales.
Con ello tendrán que pagar la subida de la luz y la gasolina; los impuestos previstos y el IPC de todo el año.
Por el contra el promedio del incremento salarial pactado en los convenios colectivos se eleva ya a un 2'6% con lo que el agravio de quienes no negocian es mayor aún si cabe.
La promesa electoral del PSOE de alcanzar los 800 euros mensuales, en 2012, aparece más lejana sobre todo si pensamos que habrá que incrementar un 26'32% el S.M.I. actual durante los dos años venideros. Utópico.
Y Celestino Corbacho no duda en decir que "el incremento fijado permite continuar en la senda de la recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores" en un ejercicio de hipocresía rayando en el desprecio a los grupos sociales con condiciones más bajas.
Evidentemente, con actuaciones como ésta, con la determinación de subir 9'30 euros al mes el salario mínimo, no conseguirán repetir en la Moncloa quienes tanto están haciendo por arruinar a España y a los españoles.
De victoria en victoria hasta la derrota final.
Fermín Palacios