PRIMEROS DEL PARO
Desde 1995 en que se alcanzó -con el Gobierno Socialista- la cifra de un 21'6% de desempleo, jamás estuvimos peor.
Los datos de la Encuesta de Población Activa -4.612.700 parados, equivalentes a un 20'05%- (también, ¡oh casualidad!, con el PSOE en Moncloa) no se prestan a ninguna otra interpretación: hay partidos políticos cuya gestión solo sirve para esquilmar los fondos públicos y llevar a la clase trabajadora a los sumideros del estado del bienestar.
Los desempleados mayores de 45 años han superado, por primera vez en la Historia de España, el listón del millón de personas y cerca de la mitad (466.500) llevan ya un año en las listas del paro sin ver solución a su problema.
Pero, además, el inquilino de la Moncloa carece de iniciativa para cambiar la orientación y la tendencia hacia la nada. El déficit público llega ya al 15'2 % y los peores augurios se cumplen sin posibilidad de reversión alguna.
En los dos últimos años el Gobierno Zapatero es responsable de dos millones más de parados, ranking que jamás político alguno se hubiera atrevido a exponer sin haber presentado su dimisión irrevocable.
Y ante este panorama desolador, sin atisbo de futuro, las organizaciones mayoritarias, CCOO y UGT, sestean sus miserias sin poner sus esfuerzos a favor de los "parias sin gloria".
Prefieren sacar las viejas banderas en actividades que no les son propias. Al margen del Art. 7 de la Constitución de la Concordia, que determina su finalidad, suman sus esfuerzos en la defensa de un juez, presunto prevaricador, que simultanea su sueldo con la recepción de bienes ajenos y asuntos judiciales olvidados o mal instruidos.
Prefieren ser receptores de subvenciones de las arcas públicas para financiación de sus estructuras y pervivencia de sus aparatos logísticos, prestando su nomenclatura a iniciativas absolutamente alejadas de su función propia.
Y una patronal insaciable, perenne modificadora de las relaciones laborales a quienes veintiocho cambios substanciales del Estatuto de los Trabajadores, cuyo treinta aniversario celebramos, no satisfacen, instalada en la limitación de derechos de los empleados.
Con un gobierno que desgobierna; con unas organizaciones sociales que no defienden a sus representados y con unos empresarios que vierten sus miserias en los medios de comunicación, la clase trabajadora, huérfana, ve con estupor que en este Primero de Mayo somos los primeros en el paro.
Casi cinco millones de desempleados reales nos contemplan. ¡Nunca, jamás, estuvimos peor!.
Fermín Palacios