LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO
El Real Decreto Ley 10/2010, de 16 de junio, llamado pomposamente "de medidas urgentes para la reforma del mercado de trabajo", que entró en vigor el día 18 de junio, no resuelve nada.
Como el propio ministro Corbacho reconoció ante los medios de comunicación, estas medidas no generarán empleo. Los 4.612.700 desempleados de la Encuesta de Población Activa del primer trimestre están que trinan esperando la posibilidad de votar en las próximas elecciones y botar a quienes tanto se preocupan por su situación.
Hoy nos fijaremos en la negociación colectiva, uno de los grandes óbices para que se cree empleo, mejore la productividad y se contemple la situación personal de cada empresa.
En 1958 se estableció la negociación colectiva como un medio de ir a la liberalización del mercado sustrayendo al Estado funciones directivas e impositivas. De las Ordenanzas y Reglamentaciones Generales de Trabajo la modernidad exigía que las partes contratantes (empresas y trabajadores) llegaran a acuerdos al margen de la Autoridad Laboral que se debía transformar -tan sólo- en fedatario público.
Cuando la Libertad Sindical (1 de abril de 1977) llega a España todos pensábamos que se daba un paso adelante en ese camino: un paso definitivo.
Que si quieres arroz...Catalina.
CCOO y UGT, de consumo con la CEOE, han arruinado la economía de mercado y la liberalización de las relaciones laborales al imponer Convenio Nacionales, convenios marco y marcos de convenio que obligan sobre cualquier otra negociación.
Para mantener la hegemonía hurtan la negociación en las unidades básicas: las empresas. Negocian en sectores, comunidades y en todo el País para evitar que se les escape algo.
Por el contrario, hay algún sindicato (ELA-STV o el Sindicato Independiente de la C.V.) que desearían evitar la rigidez en las relaciones laborales y que desearían que la negociación colectiva se realizara en el ámbito de cada empresa tomando en consideración las condiciones particulares de cada una de ellas y a través de los delegados de personal o miembros de Comités. Olvidando los sindicatos mayoritarios y las asociaciones empresariales hegemónicas.
De hecho hay un sector de la jurisprudencia que alaba el recurso a los "convenios evasivos" que intentan evitar la tiranía de los mayoritarios para alcanzar la libertad de concertación real.
Mientras no se premie la negociación en las unidades donde se presta la actividad laboral y se eviten las actuales Reglamentaciones y Ordenanzas de Trabajo (Convenios Marco, Nacionales o Básicos) no se conseguirá una auténtica reforma laboral.
Eso sería restar poder y presencia a la CEOE y sus organizaciones y a los sindicatos CCOO y UGT que, lamentablemente limitan la libertad sindical en España y el libre mercado.
Romper esa inercia es, hoy por hoy, inviable. Sin embargo, algunos, apostamos por ello.
Fermín Palacios