8 DE MARZO, DíA INTERNACIONAL DE LA MUJER
Un 8 de Marzo más nos encontramos reivindicando unos derechos, que en el contexto en el que vivimos parece que no tenga sentido reclamar, pero si observamos más de cerca la realidad social existente parece que cobra sentido, y mucho.
El origen de esta fecha hay que encontrarlo en 1857 cuando en Nueva York hubo una marcha de trabajadoras de una fábrica textil para oponerse a sus condiciones de trabajo.
Otro hecho que también condicionó esta fecha fue en 1908, también en Nueva York, donde trabajadoras de grandes fábricas se declararon en huelga para exigir mejoras laborales, aumento de salarios y el fin del trabajo infantil; el resultado fue la muerte de 129 mujeres, quemadas en la fábrica Cotton Textil Factory por los propios dueños de ésta.
La lucha por la igualdad ha conseguido sus primeros logros, al menos en el terreno jurídico, ya que las mujeres han alcanzado un nivel de igualdad material impensado hace algunos años. Sin embargo, no se puede hablar de igualdad real, ya que a principios de siglo XXI, el salario de las mujeres es casi un 30% más bajo que el salario de los hombres por realizar el mismo trabajo.
De hecho, hace apenas unos días leía en el periódico que una mujer tiene que trabajar cada año 54 días más que un hombre para ganar lo mismo en la Unión Europea.
Ser madre y trabajadora al mismo tiempo se ha convertido para las mujeres en algo muy complejo. De hecho, España es el tercer país -tras Sudáfrica y Alemania- en el que más ha descendido la intención de los empresarios de contratar a mujeres. Apenas un 23% de empresas quieren emplear a más madres en el año 2011.
Fuera de nuestras fronteras, la situación no es más alentadora. Existen países en los que las mujeres no han prosperado prácticamente nada en sus reivindicaciones hacia la igualdad; así, en algunas zonas, las mujeres, nunca alcanzan el estatus de mayores de edad, por lo que siempre deben estar sometidas a un hombre (padre, marido, hijos), no tienen derecho al voto o se les niega el acceso a la educación o a la sanidad. De ahí que la lucha deba permanecer. No se puede estar totalmente satisfecho de lo conseguido, ni en el contexto de los países desarrollados, ni mucho menos en el de las mujeres en los países en desarrollo.
Esta es una lucha que nos incumbe a todos.
Isabel García Turpin - Reponsable de empleo e igualdad